Publication: Genética poblacional prehispánica de los andes orientales colombianos con base en DNA arcaico.
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Date
2008
Authors
Briceño Belalcázar, Ignacio
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Abstract
El cuestionamiento por el origen del hombre es probablemente tan antiguo como el hombre mismo; podría afirmarse que cada cultura presenta una respuesta a este interrogante: ya sea un origen por intervención divina o por la transformación de otros seres en los ancestros de toda la raza humana.
Actualmente, la teoría más aceptada sobre el origen del hombre, en concordancia con los postulados de la evolución darwiniana, plantea un origen derivado de primates habitantes de praderas en el continente africano. Esta teoría se remonta al siglo XIX cuando, con base en la clasificación propuesta por Ernst Haeckel sobre la pertenencia de la especie humana al orden de los primates, se propuso que las especies vivientes más cercanas a los humanos eran los chimpancés y los gorilas, cuyo rango de distribución natural se ubica en África. Según Diamond (2006) la historia de la especie humana, como algo distinto de los primates, debió iniciarse hace aproximadamente siete millones de años, cuando las líneas de simios antropoides se dividieron en varias poblaciones. Hace cerca de cuatro millones de años, los fósiles indican que los ancestros de los humanos modernos habían alcanzado una postura erguida y hace dos millones su masa corporal y el tamaño relativo de sus cerebros había aumentado (en una secuencia aparente desde el Autralopithecus africanus hacia el Homo habilis y finalmente hasta el Homo erectus). Los 5 o 6 primeros millones de años de historia de la especie humana, esta continuó confinada en África.
Aceptando un origen único de la especie humana en el continente africano, es necesario entonces preguntarse cómo las poblaciones ancestrales humanas colonizaron el resto del planeta. Teniendo en cuenta que los medios de transporte de la antigüedad no permitían grandes trayectos por mar, es lógico pensar que a partir de África las poblaciones humanas migraron a través de Asia Menor, colonizando Europa y Asia Oriental y, de allí, América a través del Estrecho de Bering (Hrdli?ka, 1928; Pucciarelli, 2004).
Numerosas evidencias que soportan esta última hipótesis se han colectado en distintas disciplinas, entre las cuales cabe mencionar la lingüística (p.e. Greenberg et al., 1986), la antropometría (p.e. Dumond, 1980), la antropología dental (Turner II, 1983), la arqueología (p.e. Nelson et al., 1986) y, más recientemente, la genética y biología molecular (p.e. Wallace, 1995; Moraga et al., 2001; Herrnstadt et al., 2002).
Aunque no se descarta la posibilidad de una migración transantártica (Corrêa, 1928) o transpacífica (Heyerdhal, 1953; Storey et al., 2007), el poblamiento del continente suramericano debió ocurrir principalmente en dirección norte-sur: a partir de Norteamérica los antiguos pobladores debieron cruzar a través de Centroamérica hacia Colombia y, posteriormente, al resto de Suramérica (Moraga et al., 2001). El territorio colombiano debió ser, por tanto, el punto de dispersión de las diferentes poblaciones amerindias suramericanas, lo cual hace que el estudio de la historia del poblamiento precolombino de Colombia sea un tema de gran interés.
Muchos de los estudios genéticos que buscan probar hipótesis relacionadas con el poblamiento de América y el mundo se basan en evidencias de DNA mitocondrial (mtDNA), debido a que el genoma de este organelo celular presenta una alta tasa de mutación en comparación con el genoma nuclear (permitiendo mayor resolución en escalas de tiempo del orden de las decenas de miles de años), es heredado exclusivamente por línea materna y se asume una recombinación nula (ver: Wiuf, 2001). Estas características permiten discriminar y cuantificar la relación genética entre individuos y poblaciones relacionadas cercanamente (Horai et al., 1993; Schurr et al., 1990).